miércoles, 9 de noviembre de 2011

Lenguaje literario y no literario


Lectura suplementaria #2


¿Qué eres capaz de hacer por amor?
Por María Marín
Hay quienes son capaces de cometer una locura con tal conservar el amor de alguien. Ese fue el caso de una señorita que quería conquistar a un rey a toda costa. Su historia la leí en un blog y me impacto, por eso la quiero compartir.
Un rey solterito y muy guapo decidió contraer nupcias. Todas las mujeres de la ciudad trataron de convencerlo de que cada una de ellas era perfecta para él. Sin embargo, ninguna pudo persuadirlo ya que era muy exigente. Finalmente llegó una joven bella y carismática que le dijo: "Soy capaz de hacer lo que ninguna otra mujer haría". Al rey le picó la curiosidad y la dejo hablar. "Durante 100 días, permaneceré frente a este reino sin comida, agua, techo ni cobijas. Voy a soportar lluvia, frío, sereno y tempestad. Si cumplo esta hazaña merezco ser la reina", aseguró la doncella. El rey acepto el reto y así comenzó la prueba.
Después de 20 días el rey se asomó al balcón para ver cómo le iba a su futura prometida y desde lejos mostró aprobación con una sonrisa. Pasaron otros 30 días y el soberano salió a curiosear pero se sorprendió al ver que la mujer había bajado de peso y se veía un poco débil, entonces para animarla elevó una copa de vino que tenía en la mano en señal de apoyo. Al cabo de 90 días, el rey miró por la ventana y notó que la mujer estaba demacrada, esquelética y su cabello era un matojo de greñas alborotadas. Al verla tan decaída, alzó la mano derecha y levantó el pulgar animándola a continuar. Todo el mundo en el pueblo estaba emocionado porque al parecer la damisela estaba a punto de cumplir su promesa y pronto iban a tener reina.  
Después de 99 días y 23 horas la mujer estaba sumamente pálida y era obvio que estaba muy enferma. De repente, sucedió algo inesperado. Casi sin fuerzas se levantó y empezó a caminar alejándose del palacio. Nadie podía creer lo que sucedía. La noticia corrió como pólvora por todo el pueblo. Cuando llego a la casa, su padre le preguntó angustiado: ¿Hija mía, por qué renunciaste si apenas te faltaban unos minutos para convertirte en reina? A lo que respondió: "Soporté las peores calamidades, hubo ocasiones en las que sentía morirme de hambre y frío. Durante 99 días y 23 horas esperé a que se compadeciera y me liberara de esa tortura, sin embargo lo único que hizo fue alentarme a continuar con mi  sacrificio, demostrándome su desconsideración y egoísmo. Me di cuenta que una persona así, no merece mi corazón".
La enseñanza aquí es que alguien que te haga sufrir o que no sea capaz de dar lo mismo que tú,  ¡simplemente no te merece!